Vaya inicio de semana tan perturbador que tuvimos los duranguenses, que apenas nos estábamos acostumbrando a una relativa tranquilidad en la ciudad capital. De repente todo volvió al pánico, al caos, el miedo, la zozobra, la maldita intranquilidad. Otra vez los hechos violentos sacudieron a la sociedad.
La muerte del alcalde de Mezquital, Manuel Estrada Escalante, nos volvió a demostrar que a pesar de que la violencia se ha convertido en una compañera rutinaria, no deja de sorprendernos y atemorizarnos. En sí, el hecho es a todas luces aterrador y deleznable, sin embargo para mucha gente, lejos de significar la muerte de un político, significa el pavor de salir a la calle y toparse con una bala perdida, sin deberla ni temerla.
El asesinato realizado en un restaurante, a unos pasos de un centro comercial y de unas salas de cine, demuestra que en cualquier lugar pueden acontecer los hechos violentos y que todos estamos expuestos a ellos. Ya se había demostrado hace unas semanas en la ciudad de Chihuahua y Torreón, pero ahora nos vuelve a tocar en carne propia el saber de una balacera en un lugar donde podrían estar nuestros padres, nuestra pareja, nuestros hijos.
La arena política pasó a segundo término, así debía de ser, por más que algunos incautos quisieron desviar la atención hacia las licencias de los diputados Herrera Ruiz y Vitela Rodríguez, y su posible nominación a las alcaldías de Durango y Gómez Palacio respectivamente, no hubo eco. Resonaron más fuerte las declaraciones del presidente municipal de Poanas cuando afirmó:”como alcaldes vivimos con temor e incluso he platicado con quienes aspiran a dicho cargo de elección popular en el próximo proceso electoral que se avecina, los considero valientes en su decisión porque se van a enfrentar a muchas cosas y lo deben valorar con su familia”. El estado de Durango en los últimos seis años ha sufrido la muerte violenta de siete alcaldes y ex alcaldes, las razones podrán ser distintas en cada caso, no lo sé, pero la mayoría han estado envueltas entre la duda y el misterio de su muerte.
Durango no está aislado de la realidad nacional, de situaciones que podrán estar ajenas a su entorno local pero que no dejan de incidir, como lo hemos visto con tanta violencia. Las respuestas no son fáciles ni sencillas, ni mucho menos deben ser motivo de oportunismo político para estas próximas elecciones. Sin embargo la ciudadanía se cansa de escuchar los mismos pronunciamientos una y otra vez, las mismas condenas, los mismos señalamientos tajantes
No es en si la muerte de Manuel Escalante, tan lamentable y condenable a su vez, sino lo que representa. Esa nueva sensación tensa en la piel cuando uno sale a su quehacer diario, a cruzar de banqueta a banqueta, a dejar a los niños en la escuela, a salir al cine o una cena familiar, una sensación que se siente en los huesos cuando despides a alguien de tu casa y no sabes que podrá pasar.
A final de cuentas la corta memoria no hará olvidar todo en cuestión de días, todo habrá pasado y algo nuevo ocupará nuestras mentes. Y hablaremos de Herrera Caldera, de Aispuro, de los mal que juega la selección, de que se nos quemó la sopa, de la mentada de madre al chofer del autobús que te bajó tres cuadras más adelante, del beso de tu madre antes de partir a la escuela… y de repente, otra vez…
muy buen blogg felicidades a quien lo escribe.. disculpe y que sabe sobre los "cadis patito"
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