José Rosas Aispuro Torres se marcó una meta hace más de seis años, ser Gobernador de Durango, aspiración muy válida y legitima para un cuadro con la trayectoria política del catedrático de la Facultad de Derecho de la UJED. Sin embargo, Rosas Aispuro nunca tuvo claro como había que llegar a consolidar dicha aspiración. Al parecer esperaba ser un candidato natural y que la mayoría se sumaría a su petición de ser el candidato a por el Partido Revolucionario Institucional en 2010.
Su imaginación le permitía crear el escenario de que primero se le concedería la senaduría en 2006 y de ahí recorrer el estado durante 3 años y medio, juntando el apoyo suficiente para consolidar su proyecto. Algo se le olvido. No tenía el consenso de los grupos reales de poder del PRI. Y no era nada más el grupo político del gobernador Hernández Deras sino también el encabezado por Carlos Herrera Araluce, que de traidor no lo bajaba, además los integrantes de la corriente de Guerrero Mier lo veían como un cobarde que se vendió por migajas.
La conocida prudencia y nerviosismo para tomar decisiones de Aispuro Torres, se había transformado luego del 14 de diciembre de 2003 en cobardía, traición y deslealtad para la mayoría de los grupos políticos del PRI.
Aispuro no entendió que había que hacer una gran operación cicatriz para poder llegar a ser candidato a Senador en 2006. Si bien era cierto que las encuestas lo posicionaban en los primeros lugares, los actores políticos que deciden no estaban convencidos de que JRAT debiera ser el abanderado. En lugar de crear condiciones, Aispuro creo divergencias y formó una corriente de choque frente al gobernador Hernández Deras para forzar su nominación. Al no conseguirlo, generó la expectativa de salirse del PRI y encabezar una coalición opositora junto con José Ramón Enríquez con el visto bueno de Andrés Manuel López Obrador. El blof le funcionó, ya que su amigo Roberto Madrazo Pintado por recomendación de Maximiliano Silerio Esparza, lo acomodó en la lista de diputados plurinominales aún y cuando el ex presidente municipal no se había registrado en tiempo y forma, por lo que su registro fue ilegal pero a fin de cuentas el acuerdo político solucionó la posible fractura priísta. Sin embargo la actitud de Aispuro trajo el desencanto de sus seguidores que vieron una vez más, como su líder volvía a negocia en lo oscurito y los dejaba colgados en sus afanes de enfrentar al grupo en el poder.
Durante su diputación federal, volvió a mostrar su indefinición para montar una estrategia a nivel estatal que generará una estructura política fuerte que lo posicionara políticamente a 2010. En lugar de eso se refugió en la institucionalidad y en la fortaleza de su trayectoria y nombre, más no le entró a la lucha por espacios de poder en el estado, a pesar de renovaciones de Comités Municipales y Consejos Políticos, Aispuro se mantuvo al margen y mejor decidió marcharse a Sinaloa como delegado del CEN, ausentándose de la verdadera lucha por el poder.
Es hasta 2009, donde luego de sumarse a las campañas en Durango como delegado regional que comienza a moverse, aprovechar el espacio que le daba el PRI estatal para repartir calcas y hacer amarres, en lugar de ayudar a los candidatos. Fue hasta que vio el agua al cuello que decidió salirse de su personaje timorato y entrarle por fin a la batalla.
Aispuro entro al juego cuando ya quedaban los tiempos extra y agarro la bandera de un proceso desigual, siendo que así como Herrera Caldera le avanzó en 3 años, él pudo hacer lo mismo. No tenía nada que perder.
Pero no pudo o no quiso. Por su cuenta se orilló a buscar otros horizontes, sabedor de las reglas no escritas del PRI, de las cuales durante 25 años se beneficio. Sabía que una negociación más lo haría perder el poco capital político que tenía en el tricolor, sus seguidores no soportarían una nueva actitud temerosa de Aispuro. Por eso se marchó, no por razones ideológicas ni de otra estirpe. Aispuro se fue porque falló en su estrategia, si es que tenía alguna. Aispuro se fue pero no se fractura el PRI, ya que lo que Aispuro representa no es una corriente real del partido tricolor, sino un anhelo de supervivencia política de muchos que ven como con la llegada de un nuevo grupo, se achican las posibilidades de sobresalir al no tener capacidad. Aquellos que confían en sí mismos, no tendrán problema en encontrar acomodo en los nuevos tiempos.
Aispuro se fue, que le vaya bien. Los que se quedan habrán de demostrar que la lucha por el PRI al interior del PRI, vale más la pena, que la salida fácil, la huída por un puesto. Pero la decisión de cada quién, está en su formación…
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