El Instituto Tecnológico de Durango da fin a una etapa muy controversial que generó inestabilidad y una serie de conflictos constantes al interior de este centro educativo.
Todo comenzó el año pasado cuando a pocos meses de terminar su periodo como director del ITD, el ingeniero Juan Gamboa García renuncia para incorporarse a la planilla del PRI como candidato a síndico municipal. Un movimiento que fue interpretado como una reacción ante la incorporación del ex director del ITD Tomás Palomino y del ex presidente de la sociedad de alumnos de la misma institución, Guillermo Rosales, como regidores en la planilla de Rodolfo Dorador.
Ante la salida de Gamboa García, la Dirección General de Educación Superior Tecnológico envió como sustituto al ingeniero Amado Palomino Solorzano, hermano del entonces candidato a regidor por el PAN.
Amado Palomino venía precedido de varios conflictos en las escuelas que había laborado, teniendo como avatar la mala relación con el alumnado y algunos roces con personal administrativo. Su perfil era el de un hombre muy estricto y con serios problemas para relacionarse.
Desde antes de su llegada la inconformidad por su nombramiento fue latente. Si bien fue azuzada por la contienda electoral, los antecedentes de Palomino Solorzano no eran para presumirse, sin embargo el conflicto se salió de control y terminó dañando severamente la imagen del ITD.
La toma de instalaciones por parte de la sociedad de alumnos, encabezada por Luis Fernando Soto Jáquez y la Federación de Estudiantes Técnicos liderada por Jaime Barrios, fue un error de cálculo y una medida contraproducente, ya que la comunidad técnica condeno el hecho y la figura de Amado Palomino salió fortalecida.
La falta de argumentos sólidos para justificar la toma de instalaciones del ITD, así como el momento político por el cual se atravesaba, convirtió un movimiento estudiantil en una estrategia de golpeteo entre el gobierno del estado y la administración federal en plenas elecciones.
Al final los jóvenes tuvieron que dar marcha atrás a un paro en esos momentos injustificado y que a la postre les costó tanto a Soto Jáquez como a Barrios el control del estudiantado, siendo derrotados meses después por el grupo contrario que estuvo a favor de la reanudación de clases que comandaba Noel Fernández Maturino.
Tiempo después las actitudes de Palomino Solorzano fuero evidenciando que sus antecedentes eran ciertos. Comenzó a tener roces con maestros, los cambios en los puestos administrativos fueron muy cuestionados, había incertidumbre en la planta docente encargada del programa a distancia. Su trato dejaba mucho que desear, no tenía acuerdos con el sindicato, no recibía a gente que no era incondicional, hubo problemas con el pago a proveedores, faltaba hasta lo indispensable en las oficinas.
Si bien muchas cuestiones pudieron ser solucionadas en corto plazo, Palomino nunca tendió puentes para suavizar las cosas o para llegar a un acuerdo con quienes se manifestaban en desacuerdo con el manejo de la administración del ITD.
La presión del sindicato fue una piedra más en el costal de quejas a nivel central contra Amado Palomino. No había muchos argumentos en su defensa, ya que sus aliados poco a poco fueron dejándolo solo y rara vez dieron la cara para defenderlo.
No es que todo lo que hizo Palomino fue negativo, sino que fueron menores sus aciertos que sus yerros. Aunado a la falta de disposición a dialogar y conciliar con los grupos al interior del tecno.
La principal razón de su salida fue que había dejado de ser un interlocutor con la mayoría de catedráticos y personal administrativo, lo cual dificultaba la buena conducción del ITD. Quien lo removió fue la autoridad central, que tiene las facultades para hacerlo.
Se cierra una etapa en el ITD que causó muchos dolores de cabeza. Esperemos que sea el fin de la excesiva politización de las instituciones educativas de nivel superior. El daño que sufrió el ITD por estos conflictos aún está por verse. Ojalá vengan tiempos mejores para los guindas.
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